No cuelgues el hábito

Es curioso comparar estilos de vida. A veces, están enfocados a la consecución de objetivos desmesurados que difícilmente tendrán línea de meta. Otros, suelen ser producto de la envidia e intentan asemejarse al prójimo sin tener los valores adecuados para parecerse lo más mínimo. Y en cambio, algunos simplemente viven dentro de una pompa de jabón que les evade de la vida y su propia naturaleza. ¿Qué forma de vivir va acorde a lo que espera el cuerpo y la mente?

 

Las actividades físicas diarias tienen un gran impacto, puesto que se forman en la rutina y acaban ejerciendo más movimiento en el cuerpo. Tomar la rutina de subir por las escaleras al tercer piso, ir al trabajo en bicicleta o hacer la compra sin coche mantendrá cierta actividad de baja intensidad, propiciando la quema de grasas. También ayuda al mundo en diferentes vertientes ecológicas y económicas y, sobre todo, ahorrará un valioso tiempo en numerosos aspectos y determinadas ocasiones. La pirámide se invierte cuando no hay movimiento en el día a día. Si se sube por el ascensor, el coche lleva hasta para comprar el pan y la vida gira en torno al sofá, ni perdida de grasa, ni mundo ni nada, se acaba como los ciudadanos del mundo de la película Wall-e.

 

La vida actual de las personas tiene muchos objetivos que están basados en el éxito, tales como un buen trabajo y numerosos ascensos. Llegar lo más alto posible en relación a los estudios o ganar una cantidad inmensa de dinero para poder comprar lo mejor del mercado y así subir en la liga de las posiciones sociales, es el principal ideal de cualquier ciudadano del primer mundo. En definitiva, numerosos objetivos que se han convertido en primarios y obligatorios. Los objetivos de antaño, obsoletos a día de hoy, se podrían englobar en los secundarios. Estos serían aquellos como comer alimentos reales y saludables, tener cobijo durante la noche, tener contacto con la naturaleza o dormir el número de horas adecuado. El paso del tiempo  ha llenado de comodidades a muchas vidas y ahora se puede decir que se tienen mejores condiciones de vida. Pero por el contrario, ha alejado de la propia naturaleza y de su origen al ser humano. El contacto con la tierra, la cercanía de agua libre, la exposición al sol de media mañana o la respiración de aire puro son partes de la vida animal. Porque algo es innegable, el ser humano forma parte de los animales. Inteligentes en cierto modo, pero animales al fin y al cabo.

 

Muchos son los hábitos que se deberían tener en nuestro día a día, pero se sobreentiende que la sociedad tiene los caminos reconducidos hacia el estrés del éxito, que busca degradarse por buscar una meta superficial que no reporta verdadera felicidad.  Devolverlo a la senda de su búsqueda es vital, y es que  los caminos de la sociedad andan lejos de la rutina que un organismo pide a gritos, en los que incluso algunas personas ya han olvidado su procedencia. Es hora de hacer recordar que es lo que realmente quiere desea un animal, de cómo le hace sentirse pleno y satisfactorio.

 

Respirar aire puro y alejarse de la normalidad que a día de hoy se tiene por contaminación y polución, además de vivir encarcelado en lugares cerrados, sin tener exposición solar para recibir vitamina D. Esta vitamina es degradada cuando se abusa temporalmente de una visita a un medio natural como la playa en pleno verano. Al menos, en ese tiempo los pies toman contacto con la arena de la playa y el agua del mar, siendo posiblemente uno de los pocos momentos de la vida en los que no pasan enclaustrados por pieles, telas o plásticos. Este contacto con el medio absorberá algunos electrones que combatirán contra los radicales libres del organismo. Han enseñado a tapar tanto la piel con ropas ceñidas sin ligereza, que impiden moverse cómodamente y les hacen pasar sentado la mayor parte del tiempo, no dando pie al movimiento, base productora de endorfinas. Y es que esta hormona proporciona cierto ápice de alegría y bienestar que cultivará todas las virtudes, además de editar para bien el autoconcepto propio como la autoestima, necesarios para dominar las pasiones, evitar caer en metas desproporcionadas y dejar envidias aparte. Comer alimentos naturales, descansando cuando el cuerpo lo exige y usando el agua como recurso primordial para hidratarse es el colofón final como recomendaciones para escuchar un interior cada vez mas olvidado. Será entonces cuando se haya recordado algo, y tarde o temprano, lo pedirá como rutina.