Fases finales

Considerada como el examen final de cada mes, en las fases finales acabas recopilando valiosa información sobre algunos aspectos de tu autoconcepto. Y es que nuestra forma de aprendizaje por microciclos concluye con un tipo de sesión llena de estímulos, intensidad, e incertidumbre.

 

La cantidad de estímulos proviene, en parte, de las posibilidades corporales del sujeto. Cada bloque somete al cuerpo a diferentes formas de trabajo tanto a nivel cardiovascular como muscular, mediante ejercicios que has ido realizando a lo largo del mes. El hecho de tener libertad de elección entre los movimientos y los bloques hace que el cuerpo esté defendiéndose íntegramente de todo lo que le llega, que aún siendo conocido, resulta agresivo por la forma en la que le aparece. De cómo solvente esas provocaciones, el organismo va a proseguir recibiendo mas carga, ya no solo física, sino psicológica. Hablamos de un posible querer y no poder, de llegar a concebir como fallamos en el intento, de pensar en el fracaso. Que una sesión de entrenamiento te mantenga con una curva de estimulación tan alta va a significar que se tenga que sobrepasar los límites de la concepción. Una búsqueda que normalmente provoca terror, por la inseguridad de permanecer fuera de la zona de confort.

 

La interrupción de este tipo de sesión, con un mínimo descanso entre las tandas para intentar recuperarse de cada oleada de estímulos, hace que tenga una endiablada intensidad. Se busca la superación personal, y para ello, tenemos que esforzarnos. Aplicarse en cada ejercicio, intentando realizarlo al mejor ritmo posible, aprovechando cada momento para tomar aire profundamente y sobre todo, mantener el ímpetu durante todo el tiempo de trabajo. Es fácil de decir una vez fuera, pero, en términos generales, está estandarizado acabar sucumbiendo tras la exposición. Es normal. Pocos organismos pueden estar expuestos durante tanto tiempo a niveles tan altos, donde adrenalina y cortisol se reproducen felizmente en su interior. ¿El resultado? Es lo de menos, siempre y cuando se mantenga un buen nivel de trabajo.

 

Cada fase final tiene sus peculiaridades. Algunos bloques pueden cambiar radicalmente su dificultad de un mes a otro. Aunque se intente balancear con el mejor de los medidores, siempre habrá un atisbo de diferencia, que puede ser bastante significativo en los resultados. Esta singularidad hace que este tipo de sesión tenga su incertidumbre en este sentido, pero no queda aquí. ¿Cómo llegará el cuerpo para ser sometido a esta competición personal? Como ya habrás podido comprobar en nuestros diferentes artículos, todo depende de todo, y en función de cómo lleguemos a este enfrentamiento, la sesión puede cambiar totalmente para nosotros. Y como consecuencia, nuestros resultados serán mejores o peores. ¿Con respecto a qué?

 

Una evaluación tiene como finalidad medir. En nuestro caso, medimos la evolución que obtenemos con el paso del tiempo. Teniendo en cuenta que a cada mes que sucede nuestro organismo va decayendo motrizmente, perdiendo células a cada segundo y, en general, envejeciendo por las causas naturales de la vida, el tener un balance de mejora ya es motivo de éxito. Estás contrarrestando lo que la naturaleza tiene por dogma. Pero claro, hablamos con trampa. Se supone que nuestro cuerpo debería estar ya adaptado a las exigencias físicas a las que está expuesto, cosa que en la gran mayoría de sujetos, no ocurre. Es complicado verificar cual podría ser el nivel medio de lo que podríamos denominar “estar adaptado”, por lo que en su lugar, tenemos a las liebres. Estos conejos serán quienes marquen la adaptación. Si te acercas a ellas, haces lo propio con el objetivo. Si te alejas… Una liebre tiene mayor dificultad para mejorar, por lo que no te asustes si al principio corre mucho. Entrénate para su captura y cuando esa meta llegue a fin, procura rebasarla, mientras más lejos, mejor. Por otro lado, estas liebres marcarán la dificultad de la prueba con respecto a las anteriores. Recordad que no es lo mismo correr cuesta arriba que abajo. Y sobre todo, no podemos olvidar que nuestro objetivo es ganarle la batalla a la naturaleza. Mientras mayor sensación de movimiento y libertad obtengamos gracias a nuestros entrenos, mejor será el afecto que despertará hacia tu propia persona. Y es que definitivamente, y aunque a la madre naturaleza le pese, “cada cual tiene la edad de sus emociones”.