El descanso

El triangulo de la salud formado por el entrenamiento, la nutrición y el descanso, tiene a este último como el completo olvidado, aún siendo una de las máximas a cumplir. El desvío antinatural producido por la comodidad y el ocio ha causado interferencias en la forma de conciliar el sueño, ¿existe la capacidad suficiente para volver a la senda de la condición humana?

 

En las ciudades existe luz a prácticamente todas las horas del día. Los pocos rayos de sol que asomen tras los edificios y la luz artificial de luminosos, farolas, coches, etc. mantendrán altos los niveles de cortisol durante más horas de lo que debería ser natural. Es cierto que el organismo humano se adapta a ello e incluso se mantiene activo. Esta respuesta estresante de la susodicha hormona se produce debido a la luz que recibe, cuando lo normal, es que los niveles de tal hormona tiendan a disminuir cuando llega el atardecer. Y no es solo la única que tiene importancia en este proceso de actividad – descanso.

 

La luz que se recibe de las bombillas o pantallas digitales inhibe la producción de melatonina durante las horas nocturnas. Ésta, llamada también hormona de la oscuridad, se segrega en los periodos de nula o escasa iluminación a través de los haces de luz que llegan a la periferia de los ojos, aun estando dormidos. Uno de los aspectos más importantes de la melatonina es su relación con la calidad del sueño, pues a niveles bajos puede dificultar conciliar el sueño, dando lugar al típico momento de dar vueltas por la cama, o simplemente, despertar varias veces durante la noche y descompensar los niveles plasmáticos de la hormona del crecimiento que se producen durante estas horas de sueño e impedir una correcta síntesis de proteína. Además, esta baja calidad o privación de sueño incide en un aumento del apetito, tras el aumento de grelina en el plasma sanguíneo haciendo ver un déficit de energía y por lo tanto, incitando a levantarse y abrir la nevera. Hay más procesos hormonales implicados, pero por ahora no es necesario abusar de teoría.

 

¿Cómo se puede solucionar esta cadena de conflictos? Es muy sencillo, aunque también puede resultar tedioso. Como pasos iniciales, se debe aclimatar la iluminación de las habitaciones con luz cálida y si es posible, con reguladores de intensidad. Cabe la posibilidad de modificar el brillo de las pantallas de nuestros portátiles, móviles o televisores, e incluso su tonalidad, pues hay programas informáticos referentes a ello. Hasta es recomendable una noche de velas a la semana, dando lugar a un ambiente acogedor y romántico que lo mismo, impide conciliar el sueño por otras causas naturales de la vida.

 

El siguiente paso a dar sería en base al ritmo de vida y/o entrenamientos. Dormir entre siete y ocho horas, inclusive un par de horas más si se ha realizado un trabajo extenuante y prolongado, debe quedar grabado a fuego como datos teóricos. Además, si después de comer, el cuerpo pide a gritos la famosa siesta, es buena idea hacerle caso, sin excedernos más de media hora. Con este número de horas el organismo se sentirá descansado y con energía para afrontar un nuevo día.

 

Este nuevo día, puede incluir entrenamientos o no. Sabiendo del descanso en varias facetas, hay un tercer paso, que hace mención a la actividad física. Tras haber conseguido una buena calidad de sueño y tener el cuerpo completamente descansado, es hora de ponerse manos a la obra y realizar entrenamientos. Pueden ser más beneficiosos si se realizan entre las 12:00 y las 18:00 horas, pues son los horarios donde el cuerpo trabaja con mayor eficacia y asimila mejor los entrenamientos, además de que es el periodo horario con mayor exposición a las luces naturales y así favoreceremos al ritmo circadiano. Aunque no hace falta entrenar todos los días sino mas bien, tener dos o tres días a la semana de actividad física intensa, no quita la importancia de que el cuerpo tenga movimiento diario para que llegue exhausto y con verdaderas ganas de dormir. Durante los días sin entrenamientos, se puede dejar paso a ejercicios de movilidad, equilibrios, flexibilidad, etc. con tal de relajar la musculatura, aunque es más tentador un masaje a la luz de una vela para acelerar la recuperación. Siguiendo este ritmo, tras permanecer con esta rutina durante diez o doce semanas, es interesante dar un respiro, unos días tranquilos sin ejercicios intensos, como si fueran vacaciones por el trabajo bien realizado. Cuando se vuelva a la rutina, la percepción de un descanso pleno y una energía renovada completamente hará mella en esos arduos entrenamientos.

 

Por último, no olvidar que todo en el organismo tiene relación. La mente también tiene algo que decir en cuanto al respiro físico y mental, pero eso, es otro tema. Cuando no se encuentra descanso en uno mismo, es inútil buscarlo en otra parte (François de la Rochefoucauld).