El ayuno es prácticamente una
palabra tabú para la sociedad… O eso era hace 10 años cuando habíamos escrito
esta frase. Pero… prosigamos con el articulo tal y como fue redactado. Muchos
son los motivos para cancelarlo. Lo contrarrestan diciendo que se debe comer 5
o 6 veces al día para acelerar la actividad metabólica y generar un gasto calórico
al digerir el alimento. Básicamente, hablan de la termogénesis. Realmente, el gasto energético de este proceso es
proporcional a las calorías consumidas. Es decir, se tiene el mismo gasto
calórico con 3 comidas de 600 calorías que 6 de 300. Tras este razonamiento, el
siguiente motivo para evitar dar el brazo a torcer, mientras más a menudo se
realicen pequeñas ingestas de comida, mejor se controla el hambre. Esto es muy
relativo, porque al final, lo que cuenta es lo que se come. Las propiedades de
los macronutrientes son los que dictan sobre la saciedad, y en este aspecto, la proteína o la grasa sacia muchísimo
más que los carbohidratos. Por este hecho, un ayuno bien realizado no atenta
contra la masa muscular al tener cierta abundancia en proteína. Tras estos
argumentos iniciales, se profundiza en las ideas más concretas sobre el ayuno
para comprender sus cualidades y beneficios.
Ayunar no significa permanecer en un
modo “hardcore” de la alimentación, muerto de hambre o “esmallao” como podrían
llamar a alguno de los que lo practican. El cuerpo es capaz de sentirse bien tras un periodo de ayuno
no superior a 20 – 24 horas, siendo capaz de realizar las mismas tareas
habituales sin repercusión alguna, siempre y cuando, no se hable de alto
rendimiento. Es en éste tipo de actividad donde
se puede evidenciar cierta falta de glucosa en sangre tras un breve
periodo de trabajo muy intenso. A lo sumo, puede iniciar un leve incremento del
cortisol, que dentro de la normalidad del organismo, no degradará la
musculatura. Por lo tanto, no hay inconvenientes a la vista. Entonces, ¿qué se
consigue con el ayuno?
Una ausencia prolongada de alimento
repercute en varios aspectos del cuerpo, donde los más evidentes son la
reducción del porcentaje de grasa corporal, al aumentar entre otras cosas, la
hormona del crecimiento y las catecolaminas. Este hecho se ve beneficiado tras
la disminución de los niveles de insulina, permitiendo quemar grasa como fuente
de energía. Pero no solo en cuestiones de pérdida de materia grasa son
eficientes los ayunos. Numerosos estudios hablan de su capacidad para disminuir
los triglicéridos, el colesterol e IGF-1, factor encargado del envejecimiento y
enfermedades crónicas como diabetes, cardiopatías, cáncer, etc. Hay algunos
pequeños añadidos positivos, pero son menos interesantes en este aspecto. Lo
curioso de todo esto es cuando comentan: “Vale, no hay inconvenientes, solo son
beneficios, entonces… ¿Por qué el médico,
la televisión o el Papa no hablan ni recomiendan el ayuno?” Es muy sencillo.
Dinero. Hay que imaginarse un mundo donde
una vez a la semana, dejan el desayuno o la hora de la comida a un lado.
¿Cuántas perdidas se provocan a la industria alimenticia? No hay que alarmarse,
así es con todo. Pasa con los combustibles de los vehículos, con los productos
farmacéuticos, etc. Lo importante es que se ha llegado hasta aquí y se le puede
poner remedio.
El ayuno es, para algunas personas,
complicado de practicar. Y es que el hecho de dejar de alimentarse a cierta
hora es romper la rutina de vida,
por lo que al principio puede ocasionar ciertos perjuicios leves en cuanto a
estrés, sensación de hambre y de debilidad. El método más fácil de ayunar es
saltarse el habitual tentempié mañanero. Desde el tiempo en el que se termina
de cenar, permaneciendo dormido hasta el desayuno, son 8 horas aproximadamente,
mas las que restan hasta el almuerzo, suman hasta unas 14 – 15 horas, ideal
para una persona no habituada. Más adelante, conforme se vaya notando las
reacciones del cuerpo, se puede comprobar la capacidad para llegar hasta las 20
horas, aunque no es recomendable. Los excesos siempre fueron malos, y por mucho
que se sugiera un buen ayuno, la idea más coherente y beneficiosa es no
excederse de las 16 horas. Los alimentos previos al ayuno deben contener cierto
aporte saciante, así que se debe consumir más proteína y grasa en comparación a
los hidratos, evitando a toda costa los azucares añadidos. Recordar no
abandonar el objetivo pensando en picotear algo entre medias, esto significa
ganar media batalla. En cuanto a motivación, experimentar el placer de comer
tras un ayuno puede no tener precio, y es que, cuando uno tiene hambre de
verdad, la comida tiene mejor gusto y se convierte en uno de los mejores placeres
de la vida.